¡País de sacrificios!
Yo
no se a lo largo y ancho de mi vida la de veces que he oído la expresión “este
es un país de sacrificios”. Nuestros padres pasaron hambre y sufrieron una
posguerra y nuestros abuelos sufrieron una guerra fratricida. Ahora o desde
hace un par de años nos machacan con la cantinela de que tenemos una crisis de
la que somos autores, porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades,
y de que para salir de ella hay que sacrificarse y que es el único camino de
salida. El sacrificio, siempre el sacrificio. Parece que es nuestra seña de
identidad española. Parece que generación tras generación no aprendemos de
nuestros errores; porque que hemos cometido errores sí se reconoce por quienes
nos hablan desde los púlpitos políticos; no hacen un análisis inclusivo de su
gremio político en esta comisión de errores históricos. Y claro solo es posible
salir de nuestra crisis (nuestra porque la hemos creado nosotros!!!) con
sacrificios de los ciudadanos. Sacrificios que nos redimirán (nuestros pecados
serán perdonados mediante la penitencia de los sacrificios…y, naturalmente con
la intermediación de la clase política) ante europa que nos mira con mirada
sabia, ellos sí que saben porque han sabido comedirse a tiempo, han planificado
con disciplina y han sabido vivir como hormigas y no como las cigarras del sur…
Generación tras generación, se nos dice, necesitamos que se nos oriente, se nos guíe, porque no
aprendemos. Por tanto la reprimenda, el castigo y la imposición de disciplina
es el único camino por el que debemos transitar los españoles. No aprendemos de
nuestros errores!. Y es evidente que también olvidamos nuestros aciertos (haber
construido una sociedad democrática procediendo de una dictadura, habernos dado
un sistema sanitario basado en la universalidad en la atención y penalizada
jurídicamente su denegación, haber reconocido el tantas veces negado
plurilingüismo y la variedad cultural de los pueblos de España, haber
recuperado la igualdad de derechos de la mujer en una sociedad históricamente
machista, haber reconocido el principio de igualdad ante la ley y en el mundo
laboral, haber reconocido el derecho de la mujer a su propio cuerpo…el derecho
a una jubilación digna y el respeto a nuestros mayores, el reconocimiento de la
diversidad funcional de las personas… y un largo etcétera de más aciertos, y todo esto en un período de
tiempo envidiable por lo breve).Pues bien, parece que los sacrificios incluyen
la rectificación o eliminación de esos logros. El huracán de la crisis se lleva por delante muchos de
esos derechos que, ahora sí, costaron tantos sacrificios a las generaciones de
nuestros abuelos, nuestros padres y nuestros jóvenes que ya están empezando a
pagar también por sus pecados, porque parece que ellos son parte activa en la
producción de esta crisis y también necesitan un correctivo.
¿Dónde
está la política que restituya la justicia? ¿Dónde están los políticos que
restituyan la ideología y los valores que conlleva? Si el único valor que
impera es el de la ganancia económica inmediata, y la economía es la que manda
(esto lo dicen hasta los propios políticos, cargados de desfachatez) en nuestra
sociedad, ¿para qué necesitamos a los políticos?