lunes, 11 de junio de 2012

Saber envejecer




Se considera, según la OMS, que hay tres edades cronológicas después de los 60 años:
- Tercera edad: de 60 a 75 años.
- Cuarta edad: de 75 a 85 años.
- Quinta edad: más de 85 años.
Esta es una construcción conceptual desde un criterio biológico de la ancianidad. Pero más importante y significativa es la construcción social de estos conceptos: anciano o viejo es lo que una sociedad decide qué es un anciano y qué es un viejo. Etimológicamente, viejo viene de “vetusto”: lo que se desecha y anciano viene de “antiguo”: lo que se guarda.
Podemos distinguir entre viejo y anciano, desde el punto de vista de la  antropología cultural:
- Se empieza a ser viejo cuando se pierden tres capacidades: amar, sonreír
y asombrarse. Por eso hay “jóvenes viejos”.
- Se empieza a ser anciano cuando aparece la sabiduría. Es decir que  se tiene la capacidad de reflexionar sobre el sentido de la vida y que se asume la experiencia de lo vivido para encontrar un nuevo sentido y desarrollar nuevos proyectos.
-Se es viejo cuando sólo se tienen recuerdos.
-Se es anciano mientras hay proyectos de vida.
-Ser viejo es decir: “todo tiempo pasado fue mejor”.
-Ser anciano es: no defender lo viejo sólo porque es viejo, no condenar lo nuevo sólo porque es nuevo.
Dice el filósofo suizo Henry Amiel: “Saber cómo envejecer es la obra maestra de la sabiduría y uno de los capítulos más difíciles en el sublime arte de vivir”.
Pero debemos evitar el endiosamiento, porque no por ser anciano se es necesariamente sabio o bueno. Se deben cumplir dos condiciones para una ancianidad saludable: mantener lazos afectivos y tener una  participación social activa.
            Saludos y buena suerte.

miércoles, 6 de junio de 2012

La crisis y los Mayores



Ya afecta, y mucho, la crisis económica a los Mayores; ¿Qué nos depara el futuro inmediato?
Recurrir a la solidaridad de los progenitores se ha convertido en una de las principales estrategias de adaptación a la difícil situación que padecen muchos ciudadanos españoles. También se percibe, aunque con un cambio menos pronunciado, la disminución de ayudas económicas que reciben las personas mayores por parte de sus hijos.
Así, mientras que en el año 2010 las personas mayores que ayudan o habían ayudado en los dos últimos años a familiares representaban un 15,1%, actualmente ese porcentaje es del 40,4%, un aumento considerable de 25 puntos en dos años que sólo se explica como consecuencia del actual contexto de crisis económica y social.
La clase social de los mayores es determinante para adoptar este comportamiento solidario. Así, más de la mitad de personas mayores de clase social alta, media-alta y media (52,5%) ayudan económicamente a familiares mientras que este porcentaje entre quienes pertenecen a la clase media-baja y baja es significativamente inferior (37,9%).
Por tanto, se puede concluir que las personas mayores que ayudan a sus hijos se caracterizan principalmente por vivir acompañados y pertenecer a un estatus social medio o alto. Si tenemos en cuenta que el comportamiento solidario destaca entre quienes tienen un estatus social alto, se puede constatar que el fuerte aumento de progenitores solidarios viene dado fundamentalmente por el incremento de ayudas realizadas por quienes viven acompañados, es decir, en hogares en los que los mayores conviven en familia. El regreso “obligado” de adultos al hogar de sus progenitores contribuye sin duda como causa, al menos parcialmente, de este fenómeno.
SIMPLE LÓGICA, partner de Gallup en España y colaborador de UDP.